EL RACISMO SIGUE GOLPEANDO AL MUNDO
Desde Estados Unidos hasta Bolivia, se vive el flagelo de
racismo, de la estigmatización y de la supuesta superioridad de “lo occidental
blanco” frente a otras etnias y concepciones o formas de vida. Trump, el
presidente norteamericano, ha sido el abanderado de la última oleada mundial
racista y xenófoba, que se ha extendido por Italia, Grecia, Francia, Brasil, y
en los últimos días España y Bolivia, con sus correlatos políticos expresados
en partidos de ultra derecha con una muy buena votación como Vox en España, o
con frases desde la ultraderecha boliviana como “la Pachamama ya no estará en
el gobierno, es la hora de la biblia” o “fuera los indios de las ciudades”. El panorama
se torna sombrío y da lugar a diferentes respuestas.
Desde los gobiernos, donde no gobierna la ultraderecha,
sobre todo en España, se prevé formar un dique de contención y apostar por políticas
y planes que mejoren la convivencia como una estrategia para frenar el racismo
y la xenofobia. La última alianza del PSOE con Podemos, puede servir para eso,
aunque no hay que olvidar que fue un gobierno del PSOE que implementó los
nefastos CIEs (Centros de Internamientos para Extranjeros) verdaderas cárceles
racistas donde se pueden contabilizar varios muertos por deficiente atención y
cuidados; en estos centros, se encierran a las personas que no tienen papeles.
Aún así, si el acuerdo entre el PSOE y PODEMOS cuaja, puede ser una esperanza
de hacer algo contra el racismo creciente en la sociedad española, sobre todo
el racismo institucional.
En España, por el lado del movimiento social, se esperan
movilizaciones y concentraciones que sensibilicen a la población y hagan que
los tomadores de decisiones tomen carta ante el avance desenfadado del racismo
y la xenofobia. El movimiento migrante antiracista, en proceso de construcción,
puede ser un referente en este período, buscando la alianza con el otro
movimiento migrante que no ve, o no quiere ver, que el racismo está presente y
ha crecido y afecta la convivencia en una sociedad pluriculticural y
plurinacional. El movimiento migrante ligado a las danzas, música y deporte
sigue ajeno a las luchas contra ese racismo presente y creciente; las
estrategias de acercamiento, desde el respeto y empatía, son cada vez más
urgente y necesarias.
En Bolivia, después del golpe de Estado contra el gobierno
democrático del MAS y contra el presidente Evo Morales, han crecido las
muestras de racismo hacia la población de los pueblos originarios; los
colectivos y sindicatos juegan un papel importante en la lucha contra ese
racismo tan de nuestros países andinos, un racismo solapado pero profundo,
parte de una cultura elitista que “cholea” “terruquea” y desprecia lo
ancestral.
En suma se abre un período de lucha frontal antiracista mundial,
con actores que disputan imaginarios y formas de sociedades distintas, una
lucha entre los que propugnan que se mantenga el estado de cosas actual y los
que buscamos cambios y mundos donde quepamos todos.
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